Contrario a la creencia popular, el autismo no es una condición para nada peligrosa, y mucho menos algo de lo cual lamentarse. En la mayoría de los casos, se trata simplemente de una variación neurológica que limita ciertas interacciones sociales y causa reacciones distintas a determinados estímulos en las personas que se encuentran en el espectro. Existen varias clases de autismo, siendo una de ellas potencialmente grave; por suerte, se pueden detectar estos trastornos a lo largo del crecimiento del niño. Hoy vamos a hablar sobre los métodos de detección y presentamos algunos consejos al respecto.
El espectro autista
El trastorno del espectro autista (TEA) consiste en una variedad de síntomas detectables a partir de los tres años que dificultan o restringen el desarrollo social de los niños. Este trastorno afecta a 1 entre 70 a 100 niños nacidos, por lo que se ha convertido en algo muy común; no tiene un origen todavía definido y aún se sigue buscando una respuesta para conocer las razones de su aparición. Algunos de los síntomas más comunes son los siguientes:
- Poco o nulo contacto visual a la hora de hablar.
- Se evita el contacto físico.
- Ausencia de interés por los niños de su edad.
- Poca o nula comprensión de chistes, juegos de palabras o enunciados sarcásticos.
- Sensación de no encajar.
Estos síntomas pueden disminuir o empeorar, dependiendo del grado de severidad del TES de cada persona. Como hemos dicho anteriormente, la mayoría de los niños sólo presentan un grado bastante bajo, siendo muy contadas las veces en las que los casos más graves son detectados. La edad mínima para detectar los síntomas es a partir de los tres años, aunque hay situaciones en donde se puede detectar más temprano. Sin embargo, muchos padres no saben reconocer los síntomas a simple vista. Vamos a hablar un poco acerca de las formas de diagnóstico y cómo debemos mostrarnos frente a la detección de algunos de estos tipos.
Formas de detección del TES
Las formas de detectar el TES consisten en dos pruebas en las que se involucran diversos especialistas de distintas áreas, siendo el pediatra uno de los aliados principales en la detección. Al ser él quien está contacto directo con el desarrollo del pequeño durante sus primeros años, es quien debería ser el primero en notar los cambios en el crecimiento y desarrollo. El problema recae en que puede confundirse con otras enfermedades o llevar incluso a asumir erróneamente que el infante puede tener problemas de audición.
Si se sospecha que un pequeño está del espectro, lo ideal es observar su conducta para notar si presenta cambios en lo que debería ser un desarrollo normal. Este podría darse con algunas de las formas antes notadas o, también, puede mostrar otros síntomas distintos a los mencionados; el especialista tendrá que darles una clara definición para poder asumirlos dentro del diagnóstico. La sintomatología varía acorde a la etapa de crecimiento y una vez que se diagnostica con éxito se procede a hacer un estudio un tanto exhaustivo para determinar el nivel de TES que se presenta:
- Trastorno autista o autismo clásico.
- Trastorno de Asperger.
- Trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
- Trastorno de Rett.
- Trastorno desintegrativo infantil.
Este último es el más peligroso de todos, ya que puede llevar a la muerte temprana, pero por suerte es muy extraño y no se presenta con mucha frecuencia. El autismo clásico y el trastorno de Asperger son los más comunes y presentan características distintas a medida que crece el infante.
Nuestra actitud a la hora del diagnóstico del autismo
El autismo no debería ser tratado como algo negativo, ni hay que asumir que por ello nuestros hijos no podrán adaptarse a la sociedad de forma eficiente. Es simplemente una forma distinta de procesar el mundo a su alrededor. Queda de parte de los padres educar de manera exitosa a sus hijos, adaptándose a sus necesidades y haciendo ciertas cosas para que puedan encajar naturalmente en la sociedad. Algunas de estas acciones son:
- Una rutina fija: las personas en el espectro tienden a crear rutinas que los hacen felices y les permiten desenvolverse mejor en lo que hacen. Salirse de estos hábitos puede ser catastrófico para ellos, por lo que los padres deberían planear una serie de actividades semanales y mensuales para satisfacer las necesidades del niño en su día a día. Si quieres incorporar cambios, se deben incorporar poco a poco en su día a día y nunca de golpe, de modo que llegue a acostumbrarse ligeramente y ser más receptivo a los cambios de mayor amplitud.
- Sinceridad: un niño con TES no siempre será capaz de comprender juegos de palabras, ironías o chistes, por lo que ser indirecto en torno a lo que queremos no es para nada recomendado. Ser literal con lo que decimos y con lo que sentimos referente a ellos es la mejor estrategia para realizar una comunicación efectiva y de esta forma desarrollar mejor sus capacidades afectivas a medidas que crecen.
- Observación: a medida que crece el bebé, es importante notar los cambios de conducta y actitudes que tenga. Una cosa que no parece nada puede ser el principio de un problema más grave, por lo que tener una libreta con sus cambios y consultar con el especialista en torno a ello es ideal para su tratamiento y desarrollo.
- Paciencia: todas las personas tienen su propio paso a la hora de aprender, lo mismo aplica con los chicos con TES; en la mayoría de los casos ellos se sentirán frustrados por no poder completar una tarea, lo importante es darles su tiempo y espacio para que puedan lograrlas de forma efectiva.
Un último consejo: sean honestos con ustedes mismos y los deseos de sus hijos. Los pequeños con TES pueden convertirse en su principal atención, pero esto no significa que debas dejar tus gustos, deseos y ambiciones personales por atender las necesidades que él requiera. Sé balanceado en torno a los cuidados de tu pequeño y las atenciones a hermanos, cónyuges y a ti mismo.

_________________________________________________________________
Facebook: Autism Soccer
Instagram: Autism Soccer
Twitter: Autism Soccer