La dispraxia es una enfermedad neurológica comúnmente ligada al autismo, aunque existen ocasiones en donde este trastorno puede aparecer por su cuenta. Se trata de un problema bastante común en el mundo, por lo que su entendimiento y las formas de tratarlo son de fácil acceso al público general. Hoy vamos a explicarte un poco más en detalle acerca de la sintomatología de la enfermedad y de sus formas de tratamiento
Problemas de movimiento
No se conocen exactamente los orígenes de la dispraxia, pero se cree que su causa radica en una malformación del área motriz del cerebro durante la gestación. Es un problema con el que muchas personas nacen y puede ser tratada, afortunadamente, por diferentes expertos en la medicina, como los terapeutas ocupacionales.
Esta dolencia puede aparecer por su cuenta en extraños casos, pero lo más común es encontrar junto a diferentes problemas neurológicos como el autismo o el síndrome de Down. Vamos a describir algunos de los síntomas más comunes en torno a la dispraxia:
- Problemas de coordinación.
- Problemas de concentración.
- Dificultad para realizar tareas de todo tipo.
- Déficit de fuerza y habilidad en las manos.
Hay algunos especialistas que catalogan como un síntoma de dispraxia la dificultad del habla, pero lo cierto en estos casos es que se trata de un problema, también neuronal, pero de un área distinta del cerebro en donde no se han creado los enlaces correctos para la buena comunicación verbal. A este trastorno se le llama apraxia y no se le debería confundir o asociar a la dispraxia.
En cualquier caso, ambos trastornos se pueden presentar en los niños con autismo debido a las complicaciones neuronales implícitas al estar dentro del espectro. La buena noticia es que se puede tratar sin problemas, pero es un trabajo de gran duración que puede llegar a cansar tanto al paciente como a sus allegados.
Tratamiento
Existen dos especialistas claves en para el buen tratamiento de esta enfermedad: Primero están los terapeutas ocupacionales, quienes se encargan del cuidado de las acciones finas, como la escritura, agarre de objetos y el entramado de cosas pequeñas.
Para acciones más globales, los terapeutas físicos son los más indicados para el desarrollo de las articulaciones atrofiadas. Los ejercicios que estos profesionales usan son un poco más exigentes hacia el paciente y en algunos casos podrían causar dolor; pero no hay de qué preocuparse, esto es normal. Al estar tratando con músculos y articulaciones contraídos, el estiramiento de ellos produce ácido láctico, el principal causante de dolor muscular.
La consistencia y repetición son las claves en el éxito del tratamiento, pero nunca hay que forzar abruptamente al paciente debido al dolor que se puede causar y a que estamos tratando con personas que usualmente no disfrutan el contacto físico, por lo que el rechazo y el disgusto siempre estará presente en la mayoría de las sesiones. Poco a poco, según se vayan acostumbrando a los ejercicios, sus músculos empezarán a ganar mayor masa, resistencia y movilidad, y los efectos de la dispraxia se reducirán.
En general no existe una cura total de la dispraxia, pero sí tratamientos que ayudan a mitigar sus efectos. Se trata de una condición para toda la vida, por lo que es muy común que determinados niños lleguen a la adultez con cierto nivel de ella, pero con suerte y tratamiento este puede ser lo suficientemente sutil para ser imperceptible para otras personas y así no limitarlos en sus actividades diarias.
No se trata de una enfermedad para nada grave; la clave en su tratamiento es la constancia y firmeza a la hora de realizar los ejercicios. Los padres deben apoyar constantemente a los niños para animarles a seguir con el tratamiento y minimizar los efectos de la enfermedad.

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