Los trastornos del espectro autista (TEA) han sido estudiados con más dedicación, interés y minuciosidad en los últimos años, siendo la relación entre el autismo y el microbioma uno de los aspectos de investigación más significativos.
Actualmente, estudios recientes revelan que el microbioma de las personas con condición de autismo es diferente que a las del resto que no padecen del TEA.
¿Qué es el microbioma y la microbiota?
En el presente artículo, se darán a conocer cuáles son esas diferencias y cuáles han sido esos avances científicos.
Pero, antes, es oportuno definir qué es el microbioma: es el conjunto de genes de todos los microorganismos que componen la microbiota (conjunto de microorganismos que habitan en un determinado ambiente como el gastrointestinal).
Es decir, cuando se habla de microbioma, se refiere al ADN de las bacterias, virus; mientras que la microbiota está relacionada con todos los genes de esos microorganismos.
Una vez aclarado esto, ahora sí entramos en materia.
Investigaciones recientes entre la relación entre el microbioma y el autismo
Recientes estudios científicos realizados por la Fundación Simons (SFARI) demuestran que el intestino de las personas con autismo es más permeable, lo que permite que las toxinas y los subproductos microbianos ingresen al torrente sanguíneo y afecten el cerebro; razón por la cual se piensa que esto puede contribuir con los síntomas del autismo.
Dichas investigaciones han tenido como base las heces fecales de 128 niños chinos, de los cuales 64 padecían de autismo y los otros no, arrojando como resultado mayor cantidad de microbios como Clostridium , Dialister y Coprobacillus en las muestras de los niños con condición de autismo en comparación con las otras muestras.
Los microbios y su interacción entre sí
Estos microbios interactuaban entre sí, formando un grupo conectado; siendo las especies de Clostridium las que se relacionan principalmente con el autismo.
¿La razón?, por producir las toxinas clostridiales, que son las responsables de deteriorar el sistema nervioso central, según indican los investigadores.
Además, estos científicos comprobaron que la composición del microbioma intestinal de los niños con autismo difería sustancialmente de la de los niños sin esta condición con cinco especies bacterianas que justificaban, en gran medida, la diferencia: Alistipes indistinctus ; Streptococcus cristatus ; Eubacterium limosum ; y Streptococcus oligofermentans .
¿Qué arrojaron estas investigaciones?
Asimismo, aseveran que gracias a esta investigación se pudo evidenciar que las bacterias asociadas a las actividades de los neurotransmisores en los niños con autismo estaban notablemente disminuidas.
Es decir, que el desarrollo del microbioma intestinal de estos niños en sus primeros años de vida es anormal.
Igualmente, destacaron que esta anomalía en el crecimiento de las comunidades microbianas en el tracto gastrointestinal durante la infancia, observada en los niños con autismo, puede representar una afección en el crecimiento y la salud humana.
Por tal motivo, están comenzando a surgir tratamientos para controlar el microbioma para que mejore el funcionamiento del cerebro de las personas con autismo.
Sin embargo, es importante consultar con el médico especialista para que este tratamiento se realice de forma personalizada.