La etapa universitaria es una de las más bonitas que puede experimentar el ser humano, pues es sinónimo de independencia, responsabilidad y poner en práctica lo aprendido en casa durante toda la vida, pero ¿cómo las personas con autismo pueden tener éxito en la universidad?
De eso y más estaremos hablando en el siguiente artículo, por lo que te invitamos a leerlo y compartirlo con quien considere que pueda ser una información valiosa.
¿Por qué estudiar en la universidad?
Todo joven que haya culminado la secundaria o bachillerato tiene el derecho de continuar sus estudios a nivel superior, pues esto le traerá un abanico de posibilidades para desarrollarse de manera profesional en el ámbito que desee. Esto, a su vez, le ofrecerá:
- Más oportunidades de trabajo
- mejor remuneración
- Crecimiento personal y profesional
- Establecer relaciones y contactos
- Contribuir al desarrollo de su país y el de la sociedad como tal
Sin embargo, para las personas con el Trastorno del Espectro Autista no suele ser tan fácil tener éxito en la universidad; por el contrario, puede resultar abrumador, debido a que algunas personas con este trastorno tienen dificultad para interactuar con otros individuos.
A pesar de que estudiar en la universidad es todo un reto para las personas con TEA, sin duda las satisfacciones son más grandes que las dificultades que se pueden presentar en el camino.
En el siguiente apartado, les decimos cuáles son algunos de los aspectos que pueden ayudar a las personas con autismo a desenvolverse mejor y, ¿por qué no?, a ser exitosos en las diferentes casas de estudios superiores.
¿Cómo las personas con autismo pueden tener éxito en la universidad?
Sin duda, la clave principal para que quienes tienen autismo puedan tener un buen desempeño y éxito en la univesidad, es el acompañamiento por parte de sus padres, familiares o cuidadores.
Así como enseñarles a planificar, mostrándoles a su vez, cómo pueden capacitarse de forma constante, respetando el tipo de condición que tienen y, por supuesto, sus necesidades.
Aunado a ello, es importante que aprendan cómo pueden comunicarse sin que eso les cause estrés, enseñándoles cómo pueden responder a sus emociones correctamente y crear ambientes donde se sientan seguros. Esto es algo que, de seguro, ya han ido aprendiendo con el tiempo, con el apoyo de especialistas en la materia.
Al respecto, la especialista en TEA, Courtney Gebura, ofrece una serie de recomendaciones que pueden contribuir a que el desempeño universitario de los jóvenes con autismo sea positivo. Algunas de ellas son:
- Planificar a una edad temprana: es oportuno que los niños y jóvenes exploren y desarrollen sus diferentes intereses, labor que debe ser monitoreada por los padres para una mejor orientación.
Además, es relevante destacar que los pequeños con TEA están averiguando constantemente qué quieren ser cuando sean grandes, sólo que en ellos el proceso lleva más tiempo. Por lo que la paciencia, la constancia y la observación son primordiales en este tiempo.
“La capacitación vocacional para un niño con autismo generalmente comienza alrededor de los 14 años. Comenzar este tipo de capacitación y educación temprana les da a los adolescentes el tiempo que necesitan para desarrollar habilidades del mundo real que les servirán en un trabajo o en la universidad. Esta ruta de tratamiento y educación temprana se enfoca específicamente en nutrir los diversos comportamientos y tareas requeridas en el trabajo o la escuela”, asegura el especialista.
- Habilidades duras y blandas: en personas con TEA, este tipo de habilidades son comportamientos aprendidos que suelen requerir tiempo y esfuerzo. “Por eso es importante que los equipos de atención y los padres no solo le enseñen a su hijo adolescente cómo seguir una serie de procedimientos, sino que también incorporan habilidades sociales y para la vida con anticipación para que su hijo adolescente esté preparado para ponerlas en práctica en la universidad o lugar de trabajo”, detalló el especialista.
Asimismo, desarrollar este tipo de habilidades en los jóvenes con autismo no sólo los ayudará a tener éxito en la universidad, sino que también les permitirá desarrollar el autoconocimiento y, por ende, su desenvolvimiento en el ámbito laboral.
Por ejemplo, las habilidades blandas contribuirán a que conozcan la forma ideal de cómo gestionar un día de vacaciones, habilidades de seguridad, solicitar ayuda o cómo resolver un conflicto.
Por su parte, las habilidades duras llegan con la capacitación vocacional temprana. De esta forma, aprenden a realizar trabajos específicos como archivar, construir cajas, organizar inventarios o elaborar alimentos. “De igual forma, pueden aprender habilidades transaccionales como registrar datos, trabajar con dinero, leer un calendario o tareas similares relacionadas con el trabajo”, destacó la especialista en TEA.
De igual manera, es de vital importancia agregar que, en la actualidad, son muchas las universidades o centros de educación superior que ofrecen programas de apoyo para estudiantes con TEA.
No obstante, Courtney Gebura enfatizó que es necesario utilizar el mismo principio de la capacitación vocacional desde edad temprana para preparar a los hijos para la universidad.
“Comenzar temprano es clave para tiempo permitir y flexibilidad a medida que su hijo adolescente con autismo continúa dando forma a su propia identidad”, afirma Gebura.
Programas que guían al joven autista
Si bien los aspectos que nombramos en el segmento anterior son de relevancia y merecen ser considerados, también es pertinente que las universidades creen programas especializados para las personas con autismo, con la finalidad de que puedan adaptarse de mejor manera al ámbito de estudios superiores, como Lo hizo la especialista en TEA, Sarah Howorth.
Howorth dirigió en 2019 un proyecto piloto de la Universidad de Maine (EE. UU.) denominado Step Up to College (“Paso a la universidad”). Este programa tenía como objetivo que las universidades diseñaran sistemas de acogida para los alumnos con TEA.
“Cada vez somos más conscientes y lo hacemos mejor, pero creo que la inclusión sigue siendo muy dependiente de las características personales del profesor y no puede ser que sea un proceso que recuerde tanto a la lotería (y no debemos olvidar que en la lotería hay más gente a la que no le toca premio, que a los que sí le toca)”, expresó la especialista.
El plan piloto de Howorth tenía una duración de cinco semanas e incorporó el Programa para la Educación y el Enriquecimiento de las Habilidades Relacionales, o PEERS, relacionado a las habilidades sociales para estudiantes neurodivergentes desarrollado por Elizabeth Laugeson en la Universidad de California, Los Ángeles. Durante la pandemia del covid-19, el programa se convirtió en remoto pero se tiene previsto que vuelva a la presencialidad.
Sin duda, una iniciativa que evidencia el interés de fomentar la inclusión de las personas con autismo, a fin de que puedan llevar una vida tranquila y feliz, que contribuya a su vez con su desarrollo social, intelectual y profesional.
Sin embargo, Sarah Howorth comentó que no es una tarea fácil, pues uno de los desafíos a los que se enfrentó al lanzar este programa piloto fue la falta de espacios de orientación para la persona con TEA, en especial para los estudiantes del primer año. pues enfrentan una transición compleja y desafiante.
”Es un reto para los adultos jóvenes típicos, pero para los estudiantes universitarios del espectro autista puede ser aún más difícil de sobrellevar. Una de las principales características del autismo es el déficit de comunicación social. En primero de carrera tienes todo tipo de relaciones nuevas y, además, en muchas carreras los alumnos son numerosos. El profesor no puede hacer una atención individualizada y hay un criterio general de que el alumno tiene que aprender ‘a buscarse la vida’, a moverse de forma independiente, a navegar la vida universitaria y todo lo que viene asociado. Difícil si tienes TEA”, aseguró Sarah.
No obstante, la especialista indicó que los chicos con TEA que formaron parte de este programa cursaban el último año de secundaria. “Asistían a clase con otros estudiantes universitarios que estaban en cursos de verano y vivían en las residencias universitarias como una especie de prueba, para ver si era una buena opción para ellos”, describió Howorth.
A su vez, trabajaron una versión adaptable de PEERS en la que sólo se trabajaron las habilidades básicas de conversación, lo básico para hacer amistades y llevarse bien con los profesores. “Hay mucho que cubrir, como por ejemplo cómo intercambiar información, cómo entrar y salir de una conversación y cómo encontrar intereses comunes con otra gente. Puede parecernos poco, pero es importante”, añadió la creadora de este programa especial.
Proceso desafiante pero necesario
Y, aunque aseguró que fue todo un proceso complejo tanto para ella como para los participantes, también expresó: “Si no establecemos programas de acogida estructurados y diseñados específicamente para las necesidades individuales de nuestros alumnos neurodiversos, echaremos a un lado a un grupo de estudiantes que han trabajado duro para estar allí y merecen seguir adelante”.
Sarah Howorth aseveró: “Necesitamos formar a los profesores universitarios, reclutar mentores y contar con la colaboración de los estudiantes neurotípicos. Los servicios de asistencia social, inclusión, atención a la diversidad o como se llamen en cada universidad a menudo están infradotados e infravalorados. El nivel de una universidad lo marca el cómo trata a sus alumnos más frágiles”.
En ese sentido, es oportuno que todos trabajemos en equipo a fin de que estos jóvenes con TEA puedan tener una vida escolar, secundaria, universitaria y profesional en el que se respeten sus derechos y necesidades.
Una tarea ardua pero urgente, pues las personas con autismo tienen muchas fortalezas, habilidades que aportar y su inclusión es vital, tanto para su desarrollo como para el de la propia sociedad.